La Universidad de Guanajuato, las Momias y la Alhóndiga
Miguel no estaba muy convencido de visitar ese recinto guanajuatense. Él tenía ganas de ir a un parque.
Sin embargo, ya que estábamos ahí no resistió la tentación de subir y de contar escalones. Cuando llegamos a la cúspide, me dijo: Nos faltaron escalones, y me hizo descender para emprender nuevamente la cuenta.
Por suerte, tenemos práctica con las escaleras, pues vivo en un quinto piso en un edificio sin elevador.
Para la segunda subida, Miguel comenzó a contar desde la banqueta, por eso nos salieron más escalones.
Estas son la imágenes de ese 25 de diciembre
Esta es una perspectiva de la escalinata
Aquí, Miguel al inicio de la subida
Rumbo a la cima
El día anterior, el 24, fuimos al museo de las momias. La imagen está al final del post ¡Santa lee el blog!
Miguel iba algo temeroso, pero cuando vio las momias, me preguntó si eran reales. Me imagino que el esperaba una momias más como de película de terror. Aun así, lograron despertarle algún interés sobre la anatomía.
De ahí nos fuimos a la Alhóndiga de Granaditas. Esa vez no contamos escalones. Oyó la historia de El Pípila y conoció la entrada donde los historiadores dicen que Juan José de los Reyes Martínez Amaro no quemó la puerta cargando su enorme losa.
Miguel, frente a la puerta donde
El Pípila realizó su hazaña.
La escalinata de la parte trasera de la Alhóndiga
Niño hacia la izquierda,
paloma hacia la derecha
Para la Noche Buena, el día anterior nos pusimos corbata y nos fuimos a cenar al centro. Era importante regresar temprano para que Miguel se acostara a tiempo. No sea que Santaclós lo encontrara despierto.
Una de las cosas que más llamaron la atención de Miguel Ángel fueron los recorridos de las tunas por los callejones. Así que cuando descubrió la estatua al tuno, no dejó de pedir que se le tomara una foto.
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