2008/01/04

De cómo la Ruta de la Independencia devino en los Caminos de Guanajuato

Una vez que llegamos a la terminal de autobuses de Guanajuato, Miguel se puso a observar a un perro y un gato que rondaban por ahí. Bueno, el gato rondaba porque el perro no hacía más que estar echado. Entre tanto, Bertha negociaba con los representantes de Turismo del estado un paseo por los sitios históricos.

Adquirió los boletos para el denominado Ruta de la Independencia, que incluye la visita a Dolores Hidalgo, Atotonilco y San Miguel de Allende.

Nos fuimos al hotel para hospedarnos. Y salimos a cenar a un sitio con gran nombre, nada de concepto y aceptable cocina: Se llama el Gallo Pitágorico, pero ya les digo sólo es el nombre, sin ninguna razón en el decorado que justifique llevar como nombre el seudónimo de aquel periodista del siglo XIX especializado en hacer rabiar a don Antonio López de Santa Anna (si siguieron el link, vean el capítulo dedicado a los periodistas)

Al día siguiente, pasó el guía, Javier, a recogernos al hotel. Hicimos el recorrido para incorporar a los demás paseantes y partimos rumbo a Dolores.

Javier nos dijo que antes de llegar a Dolores, pasaríamos a un poblado, en la parte alta de la sierra, donde José Alfredo Jiménez se solía detener a embriagarse cuando iba a su pueblo natal.

Nos pareció un dato curioso y ya. No sabíamos lo que seguiría.

De nuevo en el transporte, nos explicó que el primer sitio que visitaríamos sería la tumba de José Alfredo Jiménez. Luego se arrancó a contarnos la verdadera-verdadera biografía del cantante y después invitarnos a entonar algunas canciones del autor. A esta altura Bertha y yo leíamos los periódicos y Miguel miraba el paisaje.

Como no hubo quórum para la cantada, el guía dejó que sonara su disco y ya (también nos lo ofreció en venta) En algún momento Bertha llamó mi atención a lo que se oía. Era la canción el Perro Negro. Es esa que dice en alguna estrofa :

Un día que no estaba el perro
salió buscando al rival
Gilberto estaba dormido
ya no volvió a despertar...

Siempre nos hemos preguntado ¿por qué no estaba el perro, si era fiel guardián de Gilberto, el valiente? ¿Qué negocio perruno hizo que descuidara su labor?

(Aquí hay un video con el meritito José Alfredo cantándola)

Bueno, perdonen la digresión.

Llegamos al panteón, todos los asistentes se agruparon alrededor del guía, menos… Bertha, Miguel y yo. Ella y yo mironeamos un poco por aquí y por allá, pero nada interesante. En cambio Miguel Ángel tomo el sarape de la tumba como sitio para escalar y se divirtió de lo lindo.

Aquí está una foto de la dichosa tumba:




Al concluir, el guía se nos acercó y nos preguntó si ya conocíamos el lugar. Cuando le dijimos que no, puso una cara de sorpresa y decepción. No podía creer que alguien fuera tan insensible como para no sentirse dichoso de conocer el lugar donde yacen los restos de ese dilecto hijo de Dolores.

En fin, partimos rumbo a la iglesia donde nació la Independencia. Breves explicaciones de Javier ante una de las estelas de la Ruta de Hidalgo, y fuimos al museo.

Un museo como de exposición de fin de año de la secundaria. Lo recorrimos rápidamente y nos salimos. Miguel quería ir a la plazuela por un algodón de azúcar y Bertha quería tomar algunas fotos de la iglesia.

En esta imagen estamos en la parte exterior del museo:


Nos acercamos a Javier para coordinarnos, y nos preguntó:¿vieron que la última sala está vacía?

Respondimos afirmativamente. Y entonces nos explicó. Está así porque la familia de José Alfredo Jiménez retiró los objetos que ahí se exhibían.

Bertha no se reprimió y le dijo “Qué bueno. Qué tenían que hacer en un museo dedicado a la Independencia. De nuevo la cara de Javier mostró un gran azoro.

Nos encontramos, como lo acordamos, en la plazuela, donde había que probar las nieves.

Luego de mostrarnos un ahuehuete, hijo del célebre Árbol de la Noche Triste, nos dijo Javier que ya era hora de partir rumbo a Atotonilco, el sitió de donde tomo el cura Hidalgo su estandarte de la Virgen de Guadalupe.

Pero nosotros queríamos ver el interior de la iglesia, así que acordamos alcanzarlos en el vehículo.

Tuvimos suerte, pues, aunque era domingo, coincidimos con el fin de la misa y pudimos apreciar el esplendor barroco del templo (Hidalgo no se la pasaba mal en su curato, si nos atenemos a la riqueza de los decorados. Con razón tenía tiempo para conspirar)

Regresamos a la camioneta. Había que caminar hasta la esquina de la casa donde nació José Alfredo Jiménez, y dar ahí la vuelta.

Ya en marcha el mostré a Bertha una escuela del siglo XIX. Preguntó ella al guía sobre el plantel y sólo nos enteramos de que en esa escuela estudió… ¡José Alfredo Jiménez!

Si nos descuidamos, le dije a Bertha, Le van a cambiar el nombre al pueblo. Será Dolores de José Alfredo… Muy adecuado para celebrar el bicentenario.

P.S.

De todo esto se puede concluir que:

a) Javier puede saber todo sobre percherones,

pero b) sabe más de José Alfredo y

c) Seguro que no sabe por qué el perro no estaba en el día clave.

Como remate les dejo esta imagen, hallada en el predio tepiteño La Fortaleza, que tomé del blog Alito dice, donde, si bien José Alfredo no está con Hidalgo, sí lo está con Zapata, atrasito de Tintán. También como para el centenario



3 Comments:

Blogger MARTINEZ TELLEZ said...

De José Alfredo, héroe de la independencia, hay que reconocer que era un visionario: compuso dos canciones para Al Qaeda: "Camello prieto azabache" y "Estoy en el rincón de una mezquita".
No se oiría mal Dolores Jiménez en un estado que podría llamarse Guanajuato de Fox.
Saludos, monsieur

1:02 p.m.  
Blogger Carlos said...

Además del Gallo Pitagórico, hay un restaurante que se llama La Gallina Aristotélica. Ya no pudimos ir, pero nos queda la curiosidad. En esta dirección hacen buenos comentarios de ese restaurante:
http://guanajuatotravelguide.com/index.shtml?GTGRecommendations.shtml?DALanguage=EN

11:08 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Pero también comimos en un sensacional resaurante italiano ¡¡impresionante!!, Frascatti. enfrente del Teatro Juárez; de suspirar sus calamares fritos.
Pero iba a otra cosa: ¿alguien tiene idea de por qué no estaba ese día el pinche perro? fatalidad canina o mero pragmatismo de perros, porque cualquiera que conozca a un perro medianamente vago tendrá que admitir que si un perro tiene algún asunto urgente o conveniente, por él, el mundo se puede ir al infierno.

1:08 p.m.  

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