2007/03/22

Tamales oaxaqueños


Miguel se acercó a Bertha y le dijo: Si me dices eso, va a venir el señor de los tamales oaxaqueños a regañarte.
¿Cómo ven? El chamaco elevó al de los tamales a la altura del viejo del costal (el hombre del saco, según Andreu Martín) Y a la altura del Candingas, de Salvador Elizondo ( vid. El retrato de Zoe y otras mentiras

Fue un largo fin de semana con Miguel. Me lo propinó un equívoco juicio de responsabilidades que no acabo de asumir. En fin, eso no es tema de este blog. Aquí hay una imagen de cómo me fue.

Castigadísimos



La cuestión es que cuando estábamos comiendo, paso el hombre de los tamales oaxaqueños con su pregón grabado. Miguel lo oyó, peguntó qué era y siguió en el torneo de a ver quién terminaba primero con su plato
Así que en cuanto Bertha lo quiso motivar para que comiera, le endilgó al hombre de los tamales (cuyo audio agradeceré para incorporarlo a este blog).

La otra parte del relato tiene que ver con las imágenes antedichas. Estábamos jugando al Supermario Bros. Y cundo se cansaba de un nivel, me cambiaba a otro. Es decir, se regresaba al menú del juego y, entre 500 opciones, acertaba al nivel que quería. La primera vez me pasó como algo natural. Pero, en algún momento Bertha quiso jugar Tetris. Miguel no lo pudo encontrar en el menú.
¡Vaya, cómo no lo había pensado! Miguel no sabe leer. Apenas va a preescolar. ¿Y entonces, como demonios identifica sus juegos?
Abuelo, me dijo cuando le pregunté, por los números. Mira, aqué está el uno y aquí el cero (era el 50)
Obvio, verdad. Todavía no sabe leer, pero los números sí que los conoce.

Aquí, un video de otro día de actividades:

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

lo bueno,es que Miguel nunca oyó hablar,ni conoció al"ojo parchado",con el que nos asustaba mi mamá;que por cierto era un señor que pasaba y habitaba en la colonia narvarte,allá pr los años 60;cuando vivámos en la calle de Tajín y era nada nenos que un mendigo al que le faltaba un ojo y era por eso que traía un parche en el lugar dónde había tenido el ojo,mismo que cuentan,que como dormía en un terreno baldío,dicen que se lo comío una rata.Ah y para acabarla de amolar,además de que andaba todo sucio y con andrajos,era...renco! y lo peor;traía siempre un costal,imagínate la escena!!!!.
Ah tiempos aquellos,pero ya que me acordé mejor me voy a acabar mi sopa,no vaya a ser,Huuuy,que miedo!!!! Roger

12:34 p.m.  
Blogger Eva en la Luna said...

No viene al caso, pero me acordé de un niño al que un día su papá encontró llorando.
-¿Qué te pasa, Chema, porqué lloras?
-Pues porque me voy a morir -respondió afligido el chiquillo de cuatro años.
-¿Y porqué te morirás?", insistió el padre un poco más angustiado, a lo que el niño respondió.
-¿Recuerdas que me dijiste que no me podía subir al librero porque me podía caer y lastimar y hasta morir?.. Pues me subí y me caí... ¡¡¡y ahora me voy a morir!!!

La lógica infantil... ¡Qué cosas!

12:44 p.m.  

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